Una historia de amor en directo


A fines de la década del sesenta, un suceso nacional aconteció en nuestra ciudad. El casamiento de Violeta Rivas y Néstor Fabián en la Basílica de Guadalupe fue un suceso popular que marcó un hito masivo en la televisión nacional.

TEXTOS. Mariano Rinaldi. FOTOS. Archivo El Litoral.

Fue tras una promesa de Néstor Fabián (José Cotelo) a la Virgen de Guadalupe por la pronta recuperación de Violeta Rivas (Ana María Adinolfo) que aquella pareja decidió casarse un 16 de marzo de 1967 en nuestra ciudad. Así lo explicó hace unos años Néstor Fabián: «En el año ’65, estaba en un hotel de la Costanera santafesina, cuando salgo y veo un montón de gente que camina. Estaba peregrinando por la Virgen de Guadalupe. Me sumé a esa caminata, entre a la iglesia y pedí por Violeta, que en ese momento atravesaba un problema de salud en su garganta. Prometí que si se curaba, nos casaríamos frente a la Virgen de Guadalupe».

En marzo de 1967 finalmente ocurrió aquel evento que nació por una íntima promesa religiosa y que se convirtió en un espectáculo televisivo. Fue filmado en vivo y es considerada la primera trasmisión de exteriores de Canal 13 de Buenos Aires ante una masiva audiencia televisiva durante el programa «Sábados Circulares», conducido por Pipo Mancera. Este hecho social, entre otros, marcó definitivamente la incorporación de la televisión a la vida cotidiana. Durante los años sesenta, la televisión empieza a consolidarse a través de un crecimiento sostenido de audiencia y de una amplia cobertura territorial mediante la apertura de canales en el interior del país.

Tenemos que decir que en Argentina la década del ’40 significó un rotundo cambio cultural. El consumo de bienes culturales en nuestro país había alcanzado sus marcas cuantitativas más altas; es decir, nunca se volvió a producir tantas películas, ni a imprimir tantas revistas, ni a vender tantas entradas a espectáculos. Una industria cultural que había desarrollado rasgos propios y que contaba con un amplio público. Que produjo una transformación radical y puso en cuestión las categorías y las instituciones que habían funcionado hasta entonces. El cine, la radio y el tango junto a otros géneros musicales populares construyeron un público y un verdadero star system local.

Sin embargo, como sostiene la socióloga Mirta Varela en su libro «La televisión criolla», la televisión y los televisores llegaron en una situación muy particular de nuestro país. Un momento en el que se percibía un límite para aquel crecimiento que había comenzado en los dorados años ’40. La incorporación de la televisión coincide con un tiempo bisagra en el que se estaban produciendo desplazamientos estructurales en el país y transformaciones en la cultura de masas a nivel mundial. Para Varela, los años ’60 son los años en donde se pasa «del televisor a la televisión», es decir, hacia un verdadero medio de comunicación de masas, un espectáculo, una audiencia y fundamentalmente, un nuevo lenguaje.

De esta manera, «del televisor a la televisión» no se trata solamente de una transformación técnica, sino de la emergencia de imágenes específicamente televisivas como fue la de Violeta Rivas y la estética joven del Club del Clan, aquel programa juvenil que comenzó en 1962. Allí, la cantante es dueña de un estilo propio: un pelo rubio que no cae, que se eleva por sobre su cabeza y se infla hacia los costados, un flequillo que se apoya justo arribas de sus ojos y una boca siempre sonriente. Cuando las canciones lo permiten da un salto o hacen rondas con chicas, su voz es alta y aguda. «Todo en ella es encantador», como dice la canción de presentación del «Show de Violeta y Néstor», y luego dice: «están enamorados, están apasionados, los dos, los dos…». Una pasión correspondida y feliz dentro de los límites que el matrimonio impone. La joven esposa es uno de los personajes televisivos más típicos de la pantalla en los años sesenta y que producía un grado de identificación muy alto con la audiencia femenina detrás de la pantalla. Las imágenes televisivas transmitían figuras como Violeta Rivas, que personifican chicas jóvenes que podrían ser seductoras pero que no tenían en la necesidad de serlo porque se han casado por amor con un joven apuesto que también las ama.

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