Vestidores repletos de nada que ponernos


El pensar que no tenemos que ponernos y la necesidad imperiosa de salir a comprar algo nuevo radica en que no tenemos verdadero conocimiento de la cantidad de prendas, zapatos y accesorios con los que contamos.
Textos. Nadia Novillo.

Famosa y célebre frase repetida una y otra vez por las mujeres: “No tengo nada que ponerme”. La misma es usada contradictoriamente por las mismas personas que justifican su desorden y caos a la falta de lugar y espacio.
Desterremos falsos mitos:

No falta espacio, hay exceso y acumulación de prendas, sobran cosas.

No es cierto que no tenemos nada, todo lo contrario. Tenemos en demasía. Lo que si puede ser real es que todo eso que tenemos no represente nuestro gusto y estilo, que sean prendas pasadas de moda y que haya talles que no sean los que actualmente necesitamos.

Es probable que ni siquiera sepamos y recordemos qué prendas tenemos y puedo afirmar que en todo placard hay ropa con etiqueta colgando que nunca fue estrenada.


Se preguntarán ustedes porqué entonces estas expresiones son tan comunes y frecuentes, la respuesta es sencilla: porque en esos armarios falta organización, limpieza, descarte y orden.


El sentir y pensar que no tenemos nada que ponernos cuando recibimos una invitación para un determinado festejo o evento, para una ocasión especial, frente a un cambio de estación o al planear un viaje, y la necesidad imperiosa de salir a comprar algo nuevo radica en que no tenemos verdadero conocimiento de la cantidad de prendas, zapatos y accesorios con los que contamos.


El desorden de nuestro ropero hace que olvidemos prendas, que no las usemos porque no las vemos, que ignoremos las cantidad de ropa similar que conservamos y nunca usamos.


La exclamación de la queja “no tengo nada que ponerme” no tiene que ver con la cantidad de prendas, sino con el caos, el desconocimiento de lo que tenemos y lo que tenemos pero ya no es de nuestro agrado.


La primera tarea es comenzar a depurar, reeditar y rever nuestro closet. Además de analizar y replantearnos cuál es nuestro estilo actual.


A medida que avanzamos en el proceso de organización y descarte, vamos redescubriendo y redefiniendo gustos y preferencias, comenzamos a cuestionarnos sobre nuestra imagen, nos volvemos más selectivas y exigentes para determinar qué prendas representan e identifican nuestro estilo hoy.


Es importante aclarar que moda y estilo no son lo mismo, aunque son términos que erróneamente suelen confundirse.


La moda es una tendencia general impuesta por los diseñadores, las marcas, las celebrities. Se muestra y vende a través de modelos, actores, gente del mundo del espectáculo, embajadores, representantes y referentes de esta enorme industria, y actualmente por influencers y bloggers. Es efímera, volátil, fugaz, cambiante, pasajera y a su vez vertiginosa, pero también cíclica porque siempre vuelve aunque sea de forma reversionada y renovada. Lo que hoy es tendencia y está en boga, mañana pasará y estará demode.


El estilo en cambio es propio, individual y duradero, atemporal. Es el sello, la marca registrada, la impronta personal. Es el aspecto, lo que ven cuando nos ven, la imagen de una persona. Es la manera que tenemos de presentarnos al mundo, la forma de hablar, de comunicar, de reírnos, de movernos, de relacionarnos, de caminar y está determinado por el maquillaje, el peinado, el vestuario, los accesorios y, sobre todo, por la actitud.


Al estilo lo definimos según la impresión que queremos manifestar, transmitir y dar de nosotros mismos. Es una forma de expresarnos y mostrar nuestra identidad. Se compone, arma y crea poco a poco; está relacionado con nuestras actividades, nuestra forma de vida, responsabilidades y desempeño laboral, nuestras relaciones familiares, de amistades y sociales, nuestra cultura, lugar de residencia y esta conectado directamente con el autoconocimiento.


Encontrar nuestro estilo es conocernos. Resaltar lo que más nos gusta de nuestro cuerpo y disimular lo que no nos encanta o queremos evitar mostrar. Lograr que la mirada se centre en el total look y no en un detalle que queremos ocultar.


En el mundo de la moda hay estilos bien definidos: casual, street, romántico, natural, boho, disco, militar, punk, clásico, entre otros. Más allá de todos los que podamos enumerar… estoy convencida de que hay tantos estilos como mujeres en este mundo. Creo que una mujer no debe expresarse con un sólo estilo sino que debe tomar de cada uno aquello que le sienta bien, que la haga brillar.

Es decir, cada una puede llevar la combinación de varios sin necesidad de elegir uno solo en su máxima expresión.
Cada mujer debe tener claro cómo quiere verse: elegante, fina, delicada, sensual, casual, clásica, moderna, vanguardista, original… Siempre manteniéndose fiel a su estilo y vistiéndose acorde a la situación, hora del día, tipo de evento y época del año; sabiendo cómo jugar y elegir sus distintos outfits ya sea para una entrevista de trabajo, una primer cita, una cena de presentación con los futuros suegros, un duelo, un encuentro deportivo, una reunión o acto en el colegio de los chicos, una fiesta, etc.


A través del orden en nuestro vestidor y espacios nos conocemos, sabemos lo que tenemos y queremos, podemos crear y lograr nuestro propio estilo siendo auténticas y respetando nuestros gustos, preferencias e intereses. Podemos jugar y combinar colores, líneas, texturas, géneros, modelos, cortes y prendas que destaquen nuestros atributos al mismo tiempo que disimulen nuestras zonas problemáticas sin estar tan pendientes, atadas, presas y esclavas de la moda, sin ser unas fashion victims.


Que el estilo de cada una sea aquel que le quede cómodo a cada una, que le sea práctico, que le siente bien, que mejor le favorezca, que le enaltezca las bondades de su figura que la haga sentir espléndida, radiante al llevarlo.


Podremos tomar a personas que admiramos como referencia para intentar imitar pero nunca copiar ya que el estilo tiene esa magia de ser innato, personal y único; solo de ese modo será genuino y reflejará nuestra esencia, estará en coherencia y equilibrio con quienes verdaderamente somos.


Las invito a encontrar y descubrir su estilo a partir del orden. Les aseguro que así modificarán su conducta de consumo, solo harán compras pensadas e inteligentes, tendrán un ropero que refleje y represente quienes son, se beneficiarán con la posibilidad de armar diferentes looks y combinaciones, y desterrarán definitivamente el “no tengo qué ponerme”.

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