TEXTOS.ELIANA MORATIEL
FOTOS.FLAVIO RAINA Y GENTILEZA
Victoria Stoddart, oriunda de Santa Fe, es una arquitecta a la que su camino profesional la llevó a recorrer distintas partes del mundo. Estudió su carrera de grado en Buenos Aires y, en el año 2003, decidió aceptar la oportunidad de ir a trabajar a Los Ángeles, Estados Unidos, que le había ofrecido una amiga y compañera de estudios.
En USA, Victoria trabajó en un estudio de arquitectura donde aprendió sobre construcción en madera y construcción sísmica, entre otros temas. «Era una vida que me encantaba, yo tenía alrededor de 25 años así que estaba chocha viviendo en Los Ángeles, con el mar y la playa».
Fue en Estados Unidos donde conoció a su ex marido, un suizo con el que se mudó a su país natal en 2007. Con dificultades con el idioma francés, Victoria empezó a trabajar en una empresa de arquitectura y evolucionó -desde su posición inicial de pasante hasta el día de hoy – a socia. «Llegué con 30 años, no hablaba nada de francés, solo inglés. Pero la ventaja de la arquitectura es que se dibuja mucho, se trabaja con planos, entonces es mucho más fácil comenzar sin conocer mucho el idioma», reveló.

La vida en el extranjero
Ya con muchos años de haber vivido y trabajado en el extranjero, desde el punto de vista de la arquitecta, hay una gran diferencia en el ritmo de vida. Para empezar, los lugares son más pequeños y menos poblados en Europa. Allí, aseguró, se puede estar más cerca de la naturaleza, y a pesar de que se trabajan muchas horas, los ritmos son más tranquilos.
También hay muchas cosas que son más fáciles en el extranjero que en Argentina, como la facilidad bancaria. » En Suiza todo funciona. Haces un click y todo esta resuelto. Acá tenemos que estar cargados de billetes para ir acá o allá. Parece surrealista. También esta el tema de la seguridad, por supuesto. Te hace ver que podríamos estar haciendo las cosas de otra manera», reflexionó.

El sistema político suizo es uno de los aspectos que más impresionó a Victoria. «Creo que el modelo suizo puede ser muy útil para países con sistemas políticos corruptos. En Suiza, no hay un presidente, y el poder se comparte entre siete presidentes diferentes, cada uno con una función específica. Es un sistema en el que todo se vota democráticamente, sin necesidad de decretos, por ejemplo».
– ¿Hay algo que extrañes de Argentina?
– ¡El dulce de leche! Igual ahora con internet es mucho más fácil conseguir de todo: yerba, dulce de leche… lo que no se consigue por internet es la familia. Pero sí, es cierto que se ha vuelto mucho más fácil que cuando me fui en 2003. En esa época tenías que marcar 20 números de la tarjeta para comunicarte. Ahora tenemos Whatsapp y videollamadas. Por otro lado, por supuesto que después de tantos años afuera uno se acostumbra y la familia que queda en Argentina también».
– ¿Te costó adaptarte en el extranjero? ¿Cómo te recibieron?
– «Estados Unidos y Suiza fueron experiencias muy diferentes. Uno después desarrolla una capacidad de adaptación propia, se vuelve como una esponja. La sociedad de Estados Unidos es más conocida: te reciben muy bien enseguida, todos son muy simpáticos aunque quizás al otro día ya no se acuerdan (risas). En Suiza a las personas les lleva más tiempo abrirse, pero una vez que lo hacen son verdaderas amistades, del tipo que estamos acostumbrados en Argentina. Pero primero, te observan, te miran. Y, por supuesto, notan que somos un poco ‘excéntricos’ porque hablamos fuerte y utilizamos mucho las manos, nos reímos y esa alegría les llama mucho la atención».
-¿Tenes algún consejo para aquellos que quieran emigrar?
-«Para irse a vivir afuera uno tiene que hacerlo feliz. Esa gente que se va y queda emigrante medio nostálgico, con un pie en Argentina todavía….mejor volvé. Por supuesto hay momentos en los que decís ‘¡quiero a mi mamá!’ pero no se puede tener todo. En relación a consejos prácticos les diría que es fundamental tener papeles y que se informen bien acerca del país de destino. También que aprendan el idioma, si no va a ser muy difícil conseguir trabajo sobre todo en países como Suiza. Van a trabajar mucho pero a la larga, paga».

Distinciones
«En el grupo de empresas en el que trabajamos, hemos recibido premios en proyectos como barrios de viviendas o edificios de oficinas con nuevas filosofías de trabajo. Recibí uno que me da mucha gratificación: ‘Mejor Empleador de Recursos Humanos´. Aunque no tiene que ver con la arquitectura, es especial porque una de mis tareas como socia fue ocuparme de ese sector tan importante».